Kirkjugólf (Tierra de iglesia en islandés) es un monumento natural que consiste en un camino natural de columnas basálticas enterradas y erosionadas por los glaciares de tal forma que sólo se pueden ver las cabezas y, como indica su nombre, tienen la apariencia del suelo alicatado de una iglesia. El conjunto se encuentra unos 400 metros al noreste de Kirkjubæjarklaustur, en la región de Suðurland.

Tiene una extensión de aproximadamente 80 m² de columnas de basalto, que los glaciares y las olas han erosionado y dado forma. Nunca ha habido ninguna iglesia pero el suelo hace pensar que está hecha por el hombre. Las columnas de basalto se forman cuando el flujo de lava se enfría y las fuerzas de contracción hacen que se acumule. Las grietas se forman horizontalmente y la red de fracturas se extiende, formando columnas de seis lados. Kirkjugólf es un monumento natural protegido. Aunque, en general, las columnas son hexagonales, existen variaciones. Tradicionalmente, las columnas de basalto han sido fuente de inspiración por el islandeses, y muchos de ellos han usado su forma en obras de arte.

El nombre de Kirkjugólf hace pensar que hubo, en algún momento, una iglesia, y muchos lo asocian a los cuentos de los ermitaños irlandeses y su estancia en la zona antes del establecimiento de Islandia. Sin embargo, no hay constancia de que haya habido nunca ninguna iglesia o ninguna otra estructura. La textura y apariencia de la roca se ha ido haciendo suave y regular a lo largo de los años sin intervención humana. Kirkjugólf es el arquetipo de base sobre la que se encuentran los guardianes de la isla (llamados landvættir en islandés) en el escudo de Islandia.